sábado, 25 de febrero de 2012

Fierros viejos en la playa Las Conchillas

El fierro nos cuenta historias. Si el fierro está oxidado esas historias traen melancólicas añoranzas, como que hubo un pasado mejor, de brillo y orgullo, de potencia que no parecía tener final. ¿Qué les pasó a estas formidables máquinas del trabajo rural para quedar en semejante estado de abandono? ¿Quién fue tan cruel como para no recompensarles los servicios prestados con un descanso de jardín verde y buena sombra? ¿Por qué las condenaron a la árida playa saturada de aires salinos, sólo como objeto de curiosidad para bañistas aburridos y riesgosa aventura de chiquilines tontuelos?


Dicen las gaviotas (y yo les creo) que algunas mañanas el viejo tractor les recuerda el revoloteo de sus hermanas de especie cuando allá, en los campos bonaerenses, arrastraba el arado abriendo surcos; y el noble camión revive los tantos viajes que hizo cargado bolsas de trigo y maiz, saludado por los teros y los benteveos en esos festivales de sol que regala la pampa nacional.

Es triste destino el de las bestias de hierro, chapa y caucho, convertidas en caparazones absurdos insertos en el paisaje marítimo. Los hombres que las ponían en marcha, que las aceitaban y cuidaban, que las conducían y manejaban con destreza utilitaria ya no dejan sus huellas en los volantes y manivelas, olvidaron rumbos y urgencias de entregas. Ya no hay ruido de bielas y pistones en el intestino aceitoso de sus motores. Algunas lágrimas de combustible se deslizan sobre el metal, pero el implacable viento costero no les da tiempo para llegar al destino de la tristeza. Todo pasa al territorio negro del olvido, no hay preguntas ni reclamos. La historia es cruel. El cielo se decolora con el caer de la tarde, indiferente.



Fotos tomadas en playa Las Conchillas, cerca del puerto de San Antonio Este, provincia de Río Negro.

1 comentario:

  1. Te felicito muy buenas fotos y el texto casi me emociona buen laburo

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