sábado, 31 de enero de 2009

Una playa poblada de pingüinos


A 36 kilómetros de Comandante Luis Piedra Buena, en la desembocadura del río Santa Cruz en el mar, se encuentra la localidad de Puerto Santa Cruz. Desde allí un camino de 17 kilómetros (todo por pavimento) nos llevó hasta Punta Quilla, un sitio ubicado hacia el sur. Allí hay un muelle de cemento (parecido al puerto de San Antonio Este) donde operan barcos cargueros que traen materiales para las empresas petroleras. En Punta Quila se inicia una caminata de unos 2.000 metros por la playa (que demora alrededor de 40 minutos, porque se deben sortear una caleta anegadiza y muchas piedras) hasta arribar a una pintoresca colonia de pingüinos de Magallanes. Son simpáticos ejemplares de unos 60 centímetros de alto, muy mansos y quizás demasiado confiados ante la presencia de nosotros, los humanos. Dalia sacó una serie de maravillosas fotos, van sólo dos como prueba. Sin andan por allí no dejen de visitar este sitio.

lunes, 26 de enero de 2009

Piedra Buena, un pueblo patagónico que merece ser visitado


Comandante Luis Piedra Buena es el nombre de una población de Santa Cruz, situada 464 kilómetros al sur de Caleta Olivia, y 231 al norte de Río Gallegos. En el viaje de ida hacia El Calafate hicimos una breve detención, para reaprovisionar combustible, y nos sorprendió gratamente el paisaje, con la visión panorámica del río que le da nombre a la provincia y el acceso a la isla Pavón, en donde aparece un cartel que proclama “un oasis en la meseta”. Decidimos dedicarle una escala en el itinerario del retorno, sobre todo porque nuestra condición de maragatos adoptivos hace que nos interesemos por todo lo relativo a la figura de Piedra Buena.
En la estada de dos noches y una larga jornada quedamos sorprendidos con varios aspectos. El río Santa Cruz es muy bello, corre con fuerte correntada y le pone verde a la monotonía de la estepa. Pero, además, en la isla Pavón se observa el esmero del trabajo municipal: un amplio camping y paseo costero, limpios y ordenados; una confortable hostería, cerrada por refacciones y una oficina de informes turísticos con aplicada atención. El pequeño museo, en la reconstruida casa histórica del prócer, estaba lamentablemente cerrado (foto de abajo).


El arte se luce en las calles de este prolijo pueblo santacruceño


Lo más llamativo de la población santacruceña de Comandante Luis Piedra Buena es el conjunto de murales, realizados con la técnica de bajo relieve denominada “esgrafiado”, que adornan las avenidas principales. Fueron realizados por artistas plásticos argentinos y de otros países latinoamericanos (Brasil, Chile, México) y representan momentos de la vida del héroe naval; al famoso “vasco de la carretilla” que en 1936 caminó desde este pueblo hasta Buenos Aires; a los arrieros de ovejas de otros tiempos; el trágico final de las huelgas de obreros de la lana, en 1921; y leyendas tehuelches, entre otros temas. En las calles de Piedra Buena el arte se manifiesta en las calles y, lo que también nos dejó maravillados, las obras se conservan sin agravios ni daños por parte de los vecinos o visitantes. En este rincón de la Patagonia no hay grafitis con aerosol, ni con ese estúpido líquido blanco llamado con el eufemismo de borratinta.

Un tapiz y el teatro, otras sorpresas

Otro de los orgullos de la gente de Piedra Buena, Santa Cruz, es el tapiz gigante (dicen que es el más grande elaborado en Latino América) que en sus 27 metros de largo muestra la leyenda tehuelche de Elal. El trabajo demandó 7 años, con el apoyo de la UNESCO, y ha sido exhibido en Buenos Aires y también afuera del país. En esta población se lo puede visitar en un ámbito contiguo al cine teatro municipal, una pequeña y muy cálida sala para espectáculos, reciclada con aportes del Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales (INCAA).



Esta pequeña y bien arreglada sala es una joya,

orgullo para la gente de Piedra Buena

viernes, 23 de enero de 2009

El Glaciar Perito Moreno bien vale un viaje de 2.000 kilómetros en auto

Alguna vez Enrique IV de Francia dijo aquello de que “París bien vale una misa”, como justificativo para su bautismo y traspaso a la religión católica con tal de consagrarse rey.
Yo me animo a decir que el Glaciar Perito Moreno bien vale los 2.000 kilómetros recorridos desde Carmen de Patagones. Es una verdadera maravilla el espectáculo imponente de esa enorme masa de hielo en movimiento, con sus constantes desprendimientos sobre las aguas del Lago Argentino. El parque nacional Los Glaciares se presenta impecable, con su camino principal pavimentado (en algunos tramos se están efectuando trabajos de reparación de la carpeta de hormigón armado) y la atención del personal de Parques Nacionales nos pareció excelente. Un detalle, por ejemplo: como en horas de la mañana se congestiona la playa de estacionamiento del punto más alto, donde se pasa a las pasarelas peatonales, ofrecen como alternativa dejar el auto en una playa intermedia, desde la cual los turistas son llevados en camionetas tipo Trafic hasta el mirador. El viajecito dura diez minutos y se realiza en forma gratuita, con dos vehículos que van y vienen todo el tiempo, sin que la espera demande más que un ratito. Arriba las pasarelas están en perfecto estado y el servicio de sanitarios es muy confortable. El comportamiento del turismo no siempre está a la altura de las circunstancias, sobre todo cuando se pudo observar que algunos compatriotas arrojaban desperdicios o se la pasaban hablando a los gritos en el marco de un paisaje inolvidable que invita a la contemplación y el silencio.



Esta es la cara sur del glaciar, por donde la excursión embarcada dura una hora y media, y cuesta 35 pesos por pasajero.



La cara norte del Glaciar Perito Moreno, un escenario maravilloso e inolvidable

En El Calafate: cuidarse con los gastos, para no destrozar el bolsillo

La ciudad de El Calafate está a 70 kilómetros del Glaciar Perito Moreno. Allí es donde uno puede alojarse y comer, comprar recuerdos y abastecerse de combustible, entre otros gastos imprescindibles. Es un centro comercial caro, en donde hay que ser muy cuidadoso y evitar caer en la tentación de alguna cosa excéntrica, que puede resentir en forma inevitable nuestro bolsillo de clase media nacional. El Calafate respira y vive para el turismo internacional (entre 2 y 3 aviones llegan cada día repletos de brasileros, españoles, ingleses, etc.) y, como es natural, su cuadro tarifario está previsto en valores dólar y euro.
Pero los argentinos hemos desarrollado capacidad para mirar y elegir. A nosotros no nos fue mal, en cuestión de gastos y pudimos permanecer dos días (un matrimonio) por la suma total de 540 pesos, de los cuales sólo 40 fueron para dormir. ¿Cómo fue posible?, bueno, recurriendo a una carpa y un buena colchoneta inflada, lo que nos permitió pernoctar en el camping Nirihuau, en la zona urbana, a razón de 10 pesos por día y por persona, con fogones, luz eléctrica y baños rústicos (con ducha) pero limpios.
Las comidas fueron dos: en una parrilla de tenedor libre, a 40 pesos por cabeza, más bebida y postre: 120 pesos; y en un bodegón muy simpático (“La Zaina”, ver foto), sopa, empanadas, tarta de acelga y cerveza por 50 pesos; un lujo caro fue tomar el te (canilla y tenedor libre, con ricas tortas) en “El galpón del Glaciar” una estancia con show turístico incluido, a razón de 60 pesos cada uno; en cambio dos cafés bien servidos en el pub libro-bar “Borges y Alvarez” sólo salieron 20 pesos. El resto de la alimentación: pan tipo casero (de una panadería artesanal) y fiambres muy ricos de una “delikatesen” del centro, haciendo pic nic.
No hay que dejar de anotar: la entrada al parque nacional, 20 pesos (tarifa para argentinos) para cada uno, y la excursión a la cara sur del glaciar, en catamarán, 35 pesos por persona, una hora y media que alcanzan para sacar decenas de buenas fotos.
Otro gasto, la entrada al museo privado “Calafate, centro de interpretación histórica”, 19 pesos cada uno. Un lugar de donde uno sale con más preguntas que respuestas, pero vale la pena visitar.

miércoles, 21 de enero de 2009

Caleta Olivia, la ciudad que tiene el obrero petrolero gigante de nombre enigmático

Caleta Olivia es la primera ciudad del litoral atlántico de Santa Cruz que aparece en el mapa, cuando avanzamos desde el norte. Tiene una prolija avenida costanera sobre el mar. El principal recurso económico de sus habitantes es la industria petrolera, al igual que en casi todo el resto de la geografía santacruceña. Esto explica que sobre la avenida comercial céntrica de Caleta Olivia se encuentra una monumental escultura en homenaje al trabajador petrolero, bajo el singular apelativo de “el Gorosito” que nadie sabe explicar con demasiada convicción.
El monumento mide más o menos unos 12 metros (en alguna guía se indica que se eleva a 10,60 metros y en otra que llega a los 13) y está recubierto, desde hace unos pocos años, por una pátina que imita el bronce. Sobresale y es visible desde lejos, con lo cual está incorporado en el paisaje urbano de la localidad como un mojón de referencias. Si uno pregunta por tal o cual calle es muy probable que le indiquen algo así como “del Gorosito para la derecha son dos cuadras”, o “llegue hasta el Gorosito y vuelva tres esquinas para acá”.
Como les decía, no hay explicaciones certeras sobre el nombre del colosal muñeco de cemento. No existen registros sobre algún obrero petrolero de apellido Gorosito que, tal vez, hubiese sido víctima fatal en algún accidente laboral y, por lo tanto, se lo eligiera para rendirle permanente homenaje en la posteridad. No falta quien ensaya una teoría muy criolla, y asegura que cuando la obra estuvo terminada, por el año 1969, alguien lo miró y exclamó, tal como es el dicho popular: ¡grande Gorosito! ¿Será cierto?
Lo real es que yo me quedé un largo rato mirándolo y le tomé unas cuantas fotos (sólo elegí tres para esta crónica) mientras me preguntaba: ¿la válvula que tiene en sus manos el Gorosito será esa que, de tanto en tanto, amenazan con cerrar los patagónicos si el centro del país no reconoce nuestros derechos? El obrero gigantón mira hacia el norte, en actitud desafiante, eso es cierto.




martes, 20 de enero de 2009

Con la cámara siempre cerca de la mano


Es bueno tener la cámara fotográfica cerca de las manos. La fauna silvestre patagónica se exhibe generosamente en las banquinas de las rutas; aunque, es importante tenerlo en cuenta, en algunas ocasiones la presencia de animales de gran porte –como lo son los guanacos- puede significar un peligro potencial para los automovilistas. Viajando con precaución y siempre atentos a las novedades del camino es posible lograr “trofeos” tan interesantes como los que logró Dalia, con guanacos y choiques.



Están allí, como en pose para la satisfacción del fotógrafo aficionado. Tropillas de guanacos y manadas de choiques que nos sorprenden por el número de ejemplares. Estas imágenes fueron tomadas sobre la ruta nacional 3, al sur de Piedra Buena; y sobre la provincial 5, de Santa Cruz, entre Río Gallegos y Calafate.

Patagones-Calafate, la estructura de un planificado viaje por ruta pavimentada




Primero es conveniente diseñar el itinerario en un mapa, calcular distancias y resistencias, planificar los descansos y los sitios para pernoctar. Proponerse un viaje de largo aliento por las rutas patagónicas es tarea sencilla, en la actualidad, teniendo en cuenta que muchos miles de kilómetros se pueden transitar sobre asfalto en aceptables condiciones de mantenimiento. Pero uno no puede evitar una cierta carga de adrenalina, ante la incertidumbre que plantean algunos interrogantes: ¿no tendré problemas mecánicos con el auto?; ¿no me vencerá el cansancio y me convertiré en uno más de los tantos protagonistas de accidentes típicos como el salirse a la banquina y volcar?; ¿encontraré lugares cómodos y de precio accesible para dormir durante el viaje?; ¿cuánta plata gastaré en combustible?.
Las respuestas se irán encontrando en el camino. Las infinitas rutas que trepan hacia el cielo (ver fotos) y los rincones que nos sorprenden con su belleza, aún en medio de las desoladas mesetas, se constituyen en el estímulo adecuado para la marcha.
La propuesta que nos hicimos mi mujer, Dalia, y yo, fue la de llegar desde Carmen de Patagones a Calafate, en dos etapas de viaje inicial. El primer tramo lo hicimos entre la ciudad más austral de la provincia de Buenos Aires y Caleta Olivia, al sur de Comodoro Rivadavia. Fueron 1.030 kilómetros de recorrido en algo más de 11 horas y media de viaje, con paradas para reaprovisionamiento de nafta de Sierra Grande, Garayalde (al sur de Trelew) y Comodoro Rivadavia, más las necesarias visitas al baño y la recarga de agua para el termo del mate. No hicimos almuerzo, para no demorarnos y, sobre todo, porque no es conveniente cargar el estómago en viajes largos y sí, en cambio, beber suficiente líquido. El gasto de nafta (la especial de YPF: Fangio XXI) fue de unos 165 pesos, pagando el precio promocional patagónico, por supuesto.
La primera noche dormimos en un residencial de Caleta Olivia, a razón de 140 pesos la habitación doble, para cenar el gasto fue de 40 pesos por cabeza. Precios razonables en esta ciudad petrolera, que rinde desmesurado homenaje al trabajador del sector (ver otra nota, después).
El tramo siguiente fue Caleta Olivia-Calafate, con detenciones en Comandante Piedra Buena (sobre ruta nacional 3) y La Esperanza (ya en la provincial santacruceña 5, que une Río Gallegos con Calafate). Avanzamos 980 kilómetros, entre las 7,45 y las 18,15, con una rutina similar a la del día anterior: parar para cargar nafta y descargar nuestros fluidos humanos, tomar mate y un breve sanguche. El consumo de combustble fue un poco mayor que el día anterior. En total, desde Carmen de Patagones a Calafate, todo por pavimento, el gasto de nafta fue de 359,40 pesos, con un auto Fiat Palio 1.8. (En artículos posteriores, ascendentes en el orden del blog, apreciaciones imprescindibles sobre el Glaciar y otros aspectos de Calafate).
Un solo comentario final, para este apunte, la mala planificación de la red vial de Santa Cruz nos obliga a quienes viajamos desde el norte a extender en más de 400 kilómetros el recorrido por ruta pavimentada. Si estuviera asfaltada la ruta 9, que arranca desde el parque nacional Monte León (al sur de Piedra Buena) esa cantidad de kilómetros serían ahorrados; pero en cambio, en la actualidad, hay que bajar hasta la altura de Río Gallegos y después remontar hacia el sudoeste, para poder acceder a Calafate.

lunes, 19 de enero de 2009

La intención es...

La intención es contar acerca de mis viajes, poner a consideración de los demás mis modestas exploraciones por la región sur (Patagonia, para ser más exactos) y, quien sabe, algún otros puntos del país. En esta foto estoy en Calafate, sobre el frente sur del Glaciar Perito Moreno, uno de los sitios más bellos de la geografía argentina, lugar en el que converge turismo internacional y se cobran tarifas de alojamiento muy altas, casi inaccesibles para el común de nosotros.