miércoles, 12 de mayo de 2010

El sol brilló en el Esquel Literario

Hubo sol durante todo el tiempo, en la ciudad de Esquel y en el encuentro literario, entre el 6 y el 8 de mayo de 2010. El sol iluminó y puso calor en debates muy interesantes.
El sol nos acompañó todo el tiempo. En los viajes de ida y vuelta, durante el desarrollo del encuentro del Esquel Literario 2010.
Hubo sol intenso en el debate acerca de las razones (y sinrazones) de la identidad de la literatura en la Patagonia. Apenas nos habíamos acomodado, en las sillas del confortable salón del Centro Cultural Melipal, cuando Julia Chaktoura se despachó con su ponencia sobre los atropellos de Mempo Giardinelli en su final de novela, porque (según parece) el chaqueño no tiene blasones suficientes que justifiquen su atrevimiento por describir nuestro territorio.
La antinomia patagónicos-foráneos quedó plantada, como una estaca de álamo de esas que si reciben un poco de agua y sol se brotan enseguida. Precisamente, como el sol abundaba los brotes no tardaron en aparecer.
Hugo Covaro, Pablo Salguero, Ariel Uranga, Silvia Mellado y Laura Nuñez hicieron también sus buenos planteos en la materia. Hubo enfoques diferentes, pero una coincidencia: debemos asumirnos en la Patagonia como protagonistas de un espacio que en lo geográfico y social tiene características propias. La literatura que emerge de ese protagonismo será una contribución más o menos eficaz (parámetros de calidad mediante y lograda una buena comunicación con los lectores) para ejercer, sin autoritarismo, el derecho de la identidad patagónica. ¡A escribir, que de eso se trata!
Las voces más jóvenes pusieron su propia cuota de sol. Paula Prengler y su sorprendente pez globo en spot fílmico; las chicas de la revista Proletarios; Nadine Aleman; Andrés Fattori; Paloma De Vera y otras adolescentes. Todo lo nuevo, todo lo sano, todo lo que está por venir.
Desde Chile voces hermanas. Mario Enrique Contreras Vega (una ponencia que apenas esbozó, pero promete, acerca de la contraposición entre oralidad e historia); y Bernardita Hurtado Low (con su mágica recopilación de fotos históricas de Alto Palena).
La gente del diario Jornada presentó su impactante y esperanzador plan editorial, con publicaciones de Marcelo Eckhardt, Pablo Lo Presti y Walter García Moreno. Pero sin Jorge Spíndola, poeta y periodista de enorme estatura, que fue el creador de la revista Tela de Rayón y tras su despido (injustificado, por cierto) se quedó sin el título que ahora sigue usando el matutino. Una ausencia que se notaba.
El sol brillaba, de todas formas, porque salían del pecho y la guitarra de Ariel Manquipán (que trajo canciones con aire sur) y de Néstor Martínez (una referencia musical del sur) que acompaño el homenaje a Elías Chucair y olvidé mencionar en la crónica respectiva.
Hacia el cierre el reconocimiento a Donald Borsella, cuya imagen nos acompañó todo el tiempo desde el telón de fondo. Juan Carlos Moisés no pudo llegar, pero su hermosa evocación (vivaz y emotiva) fue leída por Gustavo De Vera. (Dicen que Borsella pasó por la sala, pegó un vistazo y salió hacia la calle… solitario y en silencio)l
Alguien quiere saber cómo fueron las comidas, las charlas informales, los intercambios de literatura pura. Los platos estaban ricos y, casi siempre, abundantes. Las pocas horas de sueño (pocas, digo, por las trasnochadas) no dejaron lugar para la peña libre; pero los libros pasaron de mano en mano, que eso es lo bueno. Yo me traje unos cuantos, porque comprar los libros de amigos es un acto de solidaridad.
Esquel de otoño tiene un sol especial. Que brilla a toda hora.

Carlos Espinosa
(Falta un comentario sobre La Trochita , para otro día)

martes, 11 de mayo de 2010

Hacia Esquel para encontrarme con dos amigos de letras y papel: Elías y Bruno

Elías Chucair y Julia Chaktoura, durante el homenaje al "Patriarca de las letras rionegrinas"; abajo las niñas del ballet de la colectividad libanesa de Esquel.


Arriba Bruno Di Benedetto, poeta y narrador; abajo Laura Casariego, narradora, en el momento de las "Crónicas de muertes dudosas".


Claro, no era necesario viajar mil kilómetros, entre la Comarca de Patagones-Viedma y la ciudad cordillerana chubutense de Esquel. Digo, quizás no hacía falta semejante recorrido para confirmar mis afectos con Elías Chucair y Bruno Di Benedetto.
Elías, muy cercano a cumplir sus 84 otoños, es el patriarca de los narradores rionegrinos y me enseñó, con modales suaves y humildad bien entendida, la importancia de escuchar y recoger los testimonios de la gente. Marcó un sendero, porque ejerce desde hace 40 años la labor del cronista que pinta su aldea con la seguridad de abarcar todo el mundo y sus infinitos matices.
Empecé a leer a Chucair hace unas tres décadas (la primera vez que lo escuché fue por 1975 en un programa de radio Nacional, cuando yo aún vivía en Buenos Aires); y puedo reconocerme como amigo suyo desde hace un lustro. Algunos de sus cuentos y poemas, pero sobre todo el chispeante anecdotario de pago chico, me inspiran en la contemplación del costumbrismo, como fuente de vida.
Con Bruno la relación es más reciente, fogoneada por la contemporaneidad generacional (le llevo 5 años de ventaja ¿o desventaja? en la vida) y la profunda admiración hacia su oficio de poeta narrador. Que alguna de mis reconstrucciones históricas le aportase material para una de sus extraordinarias “Crónicas de muertes dudosas” (Premio Casa de las Américas, 2010) me llena de orgullo. Tengo en mi mesa de luz sus dos libros más recientes (“Country” y “Vengan juntos”) y ciertos fragmentos me inspiran sueños reveladores. “No muy lejos unas casitas de cartón y chapa brillan bajo la luna, como los últimos dientes de una boca enferma”. “Y la memoria, una densa masa de recuerdos localizados en el cerebro, pero que pesan en el pecho”. Bruno Di Benedetto me inquieta, por eso lo aprecio.
Mil kilómetros hicimos, Dalia (mi mujer) y yo, para compartir momentos del “Esquel Literario 2010” en los cuales estos dos amigos de letras, papel y talento, fueron el centro de atención de todas las miradas. No era necesario, era imprescindible. Una orden de la voluntad.
Elías tuvo la acertada introducción de su editora desde hace varios años: Julia Chaktoura. Después, él, agradeció con emoción verdadera y derramó varios poemas de sur, soledad y dolor. Pinturas de Patagonia, territorio de su creación. Más tarde hubo delicadas danzas árabes, porque se sumó en el homenaje la colectividad libanesa de Esquel.
Bruno precisó detalles del proceso creativo de sus “muertes dudosas”, con ese humor auténtico y autocrítico que transmite en sus escritos. Leyó varios de sus poemas narrativos y nos regaló la presencia de la narradora Laura Casariego, con otra de sus obras, deliciosamente interpretada. Historias con magia, personajes creíbles y recortados sobre el telón de la fantasía, sin límites geográficos, pero ambientadas por aquí cerca.
Mil kilómetros. Era necesario. Hay que hacer lo necesario en el momento oportuno, después es tarde para arrepentirse.
Carlos Espinosa
(Hubo mucho más en el “Esquel Literario 2010” en otros apuntes les cuento)