martes, 14 de febrero de 2012

Vivencias en El Malito, la tarde y el río


Fresca y amable fue la tarde, abrevamos en la costa del río Malito, en los fondos mismos del sitio de campo de Bernardita y Pancho. Hubo mate y recuerdos, sueños y expectativas, se mencionaron los poetas amigos de las dos naciones, sin fronteras para las letras.


El río conversaba con las piedras y alguna trucha sorprendía a la luz, generando reflejos que se iban perdiendo entre la fronda, como secretos vespertinos que alguna vez serán revelados.

Recordé los versos del amigo Ramón Minieri: “Una manada de rocas, cordillera camino a ser arena, miran el río, abrevan tiempo. También el cielo de la tarde anda, camino a disolverse en el gran cielo de la noche del cosmos, y un instante tu cuerpo refulge como eterno en aguas de oro. Amada, no hay descanso, celebremos la muerte de las cosas, en las cosas que nacen, la chispeante mentira de las aguas”.

De “Las piedras, el agua” de Ramón Minieri. El mismo libro que estuve leyendo en la costa del lago Rosario.

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