El alojamiento en casas de familia cubanas
Una de las conquistas importantísimas para el pueblo cubano
en los últimos años ha sido la apertura al sistema de alojamientos en casas de
familia. De esta forma miles de pequeños mini emprendimientos turísticos familiares
se han desarrollado en todas las ciudades, permitiéndoles ingresos interesantes en la moneda que ellos
llaman “divisa”, Peso Cubano Convertible (identificado con la sigla CUC, o
“ceuce”) que es de uso obligatorio para los turistas. Los alojamientos familiares se ofrecen en
habitaciones interiores de la casa, a las que se la dotado de baños privados
para los pasajeros; o departamentos anexos a la casa, por ejemplo en los
fondos, que también tienen baño privado
y absoluta intimidad.
Vamos a contar nuestra experiencia, porque hay quienes
consultan al respecto y creemos que este sistema de alojamiento es muy
recomendable por tres aspectos: resulta
mucho más accesible que los hoteles con sus sistemas de “all inclusive”;
nuestros desembolsos en CUC (previo cambio desde el dólar o el euro, claro)
quedan directamente en el bolsillo de los cubanos; y los contactos con las
familias que nos alojan, sobre todo cuando nos sirven el desayuno o alguna
comida eventual, nos enriquecen con una enorme cantidad de información y puntos
de vista sobre la realidad cubana de hoy.
El primer contacto con el sistema lo hicimos a través de la
página de internet www.alojamientosencuba.com que ofrece un amplio catálogo de lugares para
alojarse, hostel, casas de famiias, departamentos, etc. Hay fotos (las que
vimos y después comprobamos en el sitio son exactas) y referencias completas.
Los precios que se informan son los reales: entre 25 y 35 CUC por día y por
habitación, según los lugares (la relación del cambio es 1 CUC=0,85 dólar) y la misma página permite efectuar la
reserva, que resulta confirmada pocas horas después. No se adelanta el pago (en
Cuba no hay sistemas de transferencia de divisa y esas casas de famiias no trabajan
con tarjetas) por lo tanto una vez hecha la reserva lo que resta es abonar en
efectivo n la misma casa. Esa tarifa no incluye desayuno, pero por 6 CUC
adicionales se puede optar por un abundante desayuno casero que consiste en
café con leche, huevos revueltos o en torilla, panecillos frescos o tostadas,
queso, manteca, mermeladas varias y jugo de fruta (guayaba o mango,
generalmente). Este desayuno lo sirven
en el comedor de la casa o en un patio (nunca hace frío) bajo la atención de la
misma gente de la familia, en un momento del día apropiado para la charla
distendida. En algunas casas también se
puede pedir que preparen una cena, que suele ser con alguna especialidad de
pescado, con un precio de 10 CUC por persona, más la bebida: una cerveza o un
“mojito” por tres CUC, por ejemplo.
Nosotros hicimos contacto y reserva previa para alojamiento
en La Habana y en Trinidad. Llegamos a La Habana a la madrugada, tipo 4 d la
mañana, y puntualmente nos estaba esperando el taxi que habíamos reservado por
la misma página (25 CUC hacia el centro) y en La Habana Vieja, calle Cuba, en
el Hostal Casa Cuba, de la amable
Leticia, estaba todo previsto, a pesar de la hora. Es una casa antigua,
en el tercer piso de un edificio de 1920 más o menos, perfectamente arreglada,
con dos habitaciones con baño privado. Estuvimos muy cómodos y bien atendidos.
Los desayunos eran en el viejo comedor interno. Hay una sala con ventanales y
balcón a la calle, ideal para leer, charlar y escribir.
El punto siguiente del recorrido fue Trinidad. Teníamos
reserva en la casa de doña Odalis
Valdivia González, pero cuando llegamos al lugar (una espléndida casona
colonial) la sorpresa fue que la casera no había sido notificada por el
operador de la página acerca de la confirmación de la reserva. Se disculpó y
nos explicó que ellos tienen problemas con la Internet, cosa que pudimos
comprobar en ciber café, y que por eso seguramente el administrador no habría
podido avisarle a tiempo. Pero de inmediato doña Odalis se ofreció a llamar a
la amiga de otra casa de alojamiento y averiguarnos. El sistema de contacto
funcionó a la perfección y apenas media hora después (previo haber tomado un
rico y fresco jugo de frutas en la casa Valdivia) estábamos alojados en lo de
Mayorli, la casa Vila Martínez, de la calle Santa Ana. En este caso se trata de una casona muy
vieja, posiblemente de 1880, que tiene en el patio posterior dos departamentos
nuevos, para alojamiento de turistas: con baño privado, aire acondicionado,
baño nuevo y muy bien puesto, y heladera con bebidas a disposición (pago aparte
de los 25 CUC por día, claro). El desayuno lo sirven en el patio, entre plantas
bien cuidadas.
En lo de Mayorli recurrimos al sistema de contactos entre
amigos y conocidos de la red de alojamiento en casas de familia. Ella,
personalmente con su teléfono, nos hizo los contactos para el punto siguiente
del itinerario –Santa Clara- y Varadero, adonde llegaríamos cuatro días
después. Creo que este es el mecanismo ideal: asegurarse el primer alojamiento
en la ciudad adonde se llegue y desde allí manejarse con los contactos que
realizan los mismos caseros, lo que asegura la disponibilidad. También es
posible llegar a cualquier ciudad sin reserva previa y sencillamente dejarse
llevar por la oferta callejera de taxistas o peatones que en cuanto lo ven a
uno con una maleta lo acosan con sus ofrecimientos. Sabiendo de antemano que la
tarifa está regulada, entre 25 y 35 CUC, y asegurándose que la casa tenga en la
puerta la necesaria placa de identificación (que significa que ha sido
registrada oficialmente) sólo hace falta echar un vistazo al interior y
observar los aspectos funcionales y estéticos de la casa antes de contratar el
hospedaje.
En Santa Clara paramos en Casa Mercy, de Omelio Moreno
Lorenzo, en calle Eduardo Machado, pleno
centro, una casa de clase media de no más de 40 años de antigüedad, con una
habitación interna de planta alta, con su baño privado, aire acondicionado y
todo lo necesario para pasarla bien. El
desayuno nos lo servían en un precioso patio interior.
En Varadero nos alojamos en un departamento nuevo, de no más
de 20 años, con entrada independiente desde la calle, que pertenece a la señora
Anné Hernández, en la calle 43 y tercera avenida; para desayunar cruzábamos a lo de su sobrina
Kamelia, justo enfrente, que también casa de alojamiento.
En suma: la experiencia del alojamiento en casas
particulares de Cuba fue muy adecuada, cómoda y económica, con la posibilidad
de mantener interesantes charlas con esas familias, que nos nutrieron de
valiosa información. Y algo más: a los cubanos también les gusta escuchar
nuestras historias.
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