Allá en el sur de Chile el río Palena nos invitó a una breve y segura navegación, a bordo de una balsa atada a una “maroma” (dice el diccionario de la Real Academia Española que es “una cuerda gruesa de esparto, cáñamo u otras fibras vegetales o sintéticas”; pero para el caso es un cable de acero) que va y viene cuantas veces sean necesarias, bajo la atenta conducción del balsero, en una rutinaria comunicación rural similar a la que se ofrece sobre nuestro río Negro la altura del Sauce Blanco, para llegar a Guardia Mitre.
El sol jugaba sobre el pelo del agua y hacía olas en nuestras cabezas. Había un cielo lleno de otros cielos. El campo respiraba alegrías antiguas. ¡Estábamos felices!
Al otro día y un día más también estuvimos de visita en la casa campestre de la poeta Bernadita Hurtado Low y su esposo Pancho (en otro momento del blog habrá más detalles) y ella nos obsequió un ejemplar de su obra “Furia y Paciencia”, en cuya página 51 está el poema ‘Río Palena’ que dice así.
“A orillas del Palena los años se quedan en el espejo de la escarcha y los recuerdos de trizan y recomponen cuando vivimos hoy y ayer / Porque en este lugar la felicidad no se acumula en bienes, se guarda en las nubes y en esas manos que sirven a todos, y aquí se quedan en el tiempo y la memoria”.
No es necesario agregar nada más.
Ese Río Palena debe ser un lugar maravilloso. ¡¡El corazón que encontró Anita!! ¿Quién lo hizo?. Es muy bello lo que estás escribiendo Carlos, gracias por compartir el viaje!
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