lunes, 30 de enero de 2012
Los pozones refrescantes del río Futaleufú
Que el calentamiento global de la atmósfera existe ya no quedan dudas, y en la Patagonia este verano del 2012 se descolgó con temperaturas de más de 40 grados. Estábamos en Trevelín (provincia de Chubut) en una de esas jornadas tórridas y quisimos saber hacia dónde rumbean los ‘trevelinos’ cuando la canícula aprieta. ‘Yo les recomiendo Los Pozones del río Futaleufú, por la entrada sur al Parque Nacional Los Alerces, es un excelente lugar para darse unos chapuzones refrescantes…’ lanzó un residente. Hacia allá partimos, entonces. Se debe salir de Trevelín por el camino pavimentado que pasa por la Aldea Escolar (el cronista se desorientó en un cruce y como consecuencia hicimos unos 20 kilómetros de más) y tras pasar el acceso al Parque (20 pesos la entrada para argentinos, válida por 48 horas) nos guiamos por unos escasos cartelitos hasta una improvisada y polvorienta playa de estacionamiento, donde dejamos a la Pewma y empezamos el descenso, por una senda empinada (hacia abajo primero, claro) y no exenta de rocas y raíces arbóreas traicioneras. Avanzamos lentamente, sorteados con velocidad de cervatillo asustado por los jóvenes residentes, audaces y conocedores del sendero. ‘Escuchen el ruido del agua, es la mejor orientación que pueden tener para no equivocarse…’ nos dijo una chiquilina. Finalmente: allí estaba el Futaleufú (“río grande” en la lengua de los mapuches) con sus pozones!!!
Entre enormes piedras el río ofrece esos pozones que, en algunos casos, llegan a medir cuatro y cinco metros de profundidad… de un agua de deshielo total y absolutamente helada. Los ‘trevelinos’ y vecinos de otros pueblos cercanos disfrutan del lugar tanto o más que nosotros cuando nos apropiamos de un tramo de las playas del río Negro en las riberas de Viedma y Carmen de Patagones. Las diferencias son enormes, claro…. Allá hay que bajar y trepar como lagartija, en el sitio hay apenas un pedregal como asentamiento para las posaderas (si no se ha llevado una reposera), la sombra es escasa (al lado del agua) y aún en los embalses el río es muy frío. El paisaje es imponente y el aire se sentía diáfano, sin dudarlo. Comprendo la necesidad de frescura que tienen los habitantes de Trevelín en días tan calientes… pero cuando estamos habituados a la serenidad de los balnearios del Negro las comparaciones son odiosas.
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Qué fotos! Dan ganas de tirarse al río directamente on line!
ResponderEliminarSí, maravillosos paisajes... Me hace acordar a alguno de los ríos cordobeses que conocí en mi infancia. Y me vengo a enterar de que Ana Lucía sí, la "pequeña", es una mujer bellísima. La mamá siempre lo fue, no se ponga celosa...
ResponderEliminarQué bonito tío!!!
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