sábado, 31 de enero de 2009
Una playa poblada de pingüinos
lunes, 26 de enero de 2009
Piedra Buena, un pueblo patagónico que merece ser visitado
En la estada de dos noches y una larga jornada quedamos sorprendidos con varios aspectos. El río Santa Cruz es muy bello, corre con fuerte correntada y le pone verde a la monotonía de la estepa. Pero, además, en la isla Pavón se observa el esmero del trabajo municipal: un amplio camping y paseo costero, limpios y ordenados; una confortable hostería, cerrada por refacciones y una oficina de informes turísticos con aplicada atención. El pequeño museo, en la reconstruida casa histórica del prócer, estaba lamentablemente cerrado (foto de abajo).
El arte se luce en las calles de este prolijo pueblo santacruceño
Un tapiz y el teatro, otras sorpresas
viernes, 23 de enero de 2009
El Glaciar Perito Moreno bien vale un viaje de 2.000 kilómetros en auto
Yo me animo a decir que el Glaciar Perito Moreno bien vale los 2.000 kilómetros recorridos desde Carmen de Patagones. Es una verdadera maravilla el espectáculo imponente de esa enorme masa de hielo en movimiento, con sus constantes desprendimientos sobre las aguas del Lago Argentino. El parque nacional Los Glaciares se presenta impecable, con su camino principal pavimentado (en algunos tramos se están efectuando trabajos de reparación de la carpeta de hormigón armado) y la atención del personal de Parques Nacionales nos pareció excelente. Un detalle, por ejemplo: como en horas de la mañana se congestiona la playa de estacionamiento del punto más alto, donde se pasa a las pasarelas peatonales, ofrecen como alternativa dejar el auto en una playa intermedia, desde la cual los turistas son llevados en camionetas tipo Trafic hasta el mirador. El viajecito dura diez minutos y se realiza en forma gratuita, con dos vehículos que van y vienen todo el tiempo, sin que la espera demande más que un ratito. Arriba las pasarelas están en perfecto estado y el servicio de sanitarios es muy confortable. El comportamiento del turismo no siempre está a la altura de las circunstancias, sobre todo cuando se pudo observar que algunos compatriotas arrojaban desperdicios o se la pasaban hablando a los gritos en el marco de un paisaje inolvidable que invita a la contemplación y el silencio.
En El Calafate: cuidarse con los gastos, para no destrozar el bolsillo
Pero los argentinos hemos desarrollado capacidad para mirar y elegir. A nosotros no nos fue mal, en cuestión de gastos y pudimos permanecer dos días (un matrimonio) por la suma total de 540 pesos, de los cuales sólo 40 fueron para dormir. ¿Cómo fue posible?, bueno, recurriendo a una carpa y un buena colchoneta inflada, lo que nos permitió pernoctar en el camping Nirihuau, en la zona urbana, a razón de 10 pesos por día y por persona, con fogones, luz eléctrica y baños rústicos (con ducha) pero limpios.
Las comidas fueron dos: en una parrilla de tenedor libre, a 40 pesos por cabeza, más bebida y postre: 120 pesos; y en un bodegón muy simpático (“La Zaina”, ver foto), sopa, empanadas, tarta de acelga y cerveza por 50 pesos; un lujo caro fue tomar el te (canilla y tenedor libre, con ricas tortas) en “El galpón del Glaciar” una estancia con show turístico incluido, a razón de 60 pesos cada uno; en cambio dos cafés bien servidos en el pub libro-bar “Borges y Alvarez” sólo salieron 20 pesos. El resto de la alimentación: pan tipo casero (de una panadería artesanal) y fiambres muy ricos de una “delikatesen” del centro, haciendo pic nic.
No hay que dejar de anotar: la entrada al parque nacional, 20 pesos (tarifa para argentinos) para cada uno, y la excursión a la cara sur del glaciar, en catamarán, 35 pesos por persona, una hora y media que alcanzan para sacar decenas de buenas fotos.
Otro gasto, la entrada al museo privado “Calafate, centro de interpretación histórica”, 19 pesos cada uno. Un lugar de donde uno sale con más preguntas que respuestas, pero vale la pena visitar.
miércoles, 21 de enero de 2009
Caleta Olivia, la ciudad que tiene el obrero petrolero gigante de nombre enigmático
El monumento mide más o menos unos 12 metros (en alguna guía se indica que se eleva a 10,60 metros y en otra que llega a los 13) y está recubierto, desde hace unos pocos años, por una pátina que imita el bronce. Sobresale y es visible desde lejos, con lo cual está incorporado en el paisaje urbano de la localidad como un mojón de referencias. Si uno pregunta por tal o cual calle es muy probable que le indiquen algo así como “del Gorosito para la derecha son dos cuadras”, o “llegue hasta el Gorosito y vuelva tres esquinas para acá”.
Como les decía, no hay explicaciones certeras sobre el nombre del colosal muñeco de cemento. No existen registros sobre algún obrero petrolero de apellido Gorosito que, tal vez, hubiese sido víctima fatal en algún accidente laboral y, por lo tanto, se lo eligiera para rendirle permanente homenaje en la posteridad. No falta quien ensaya una teoría muy criolla, y asegura que cuando la obra estuvo terminada, por el año 1969, alguien lo miró y exclamó, tal como es el dicho popular: ¡grande Gorosito! ¿Será cierto?
Lo real es que yo me quedé un largo rato mirándolo y le tomé unas cuantas fotos (sólo elegí tres para esta crónica) mientras me preguntaba: ¿la válvula que tiene en sus manos el Gorosito será esa que, de tanto en tanto, amenazan con cerrar los patagónicos si el centro del país no reconoce nuestros derechos? El obrero gigantón mira hacia el norte, en actitud desafiante, eso es cierto.
martes, 20 de enero de 2009
Con la cámara siempre cerca de la mano
Es bueno tener la cámara fotográfica cerca de las manos. La fauna silvestre patagónica se exhibe generosamente en las banquinas de las rutas; aunque, es importante tenerlo en cuenta, en algunas ocasiones la presencia de animales de gran porte –como lo son los guanacos- puede significar un peligro potencial para los automovilistas. Viajando con precaución y siempre atentos a las novedades del camino es posible lograr “trofeos” tan interesantes como los que logró Dalia, con guanacos y choiques.
Están allí, como en pose para la satisfacción del fotógrafo aficionado. Tropillas de guanacos y manadas de choiques que nos sorprenden por el número de ejemplares. Estas imágenes fueron tomadas sobre la ruta nacional 3, al sur de Piedra Buena; y sobre la provincial 5, de Santa Cruz, entre Río Gallegos y Calafate.
Patagones-Calafate, la estructura de un planificado viaje por ruta pavimentada
Primero es conveniente diseñar el itinerario en un mapa, calcular distancias y resistencias, planificar los descansos y los sitios para pernoctar. Proponerse un viaje de largo aliento por las rutas patagónicas es tarea sencilla, en la actualidad, teniendo en cuenta que muchos miles de kilómetros se pueden transitar sobre asfalto en aceptables condiciones de mantenimiento. Pero uno no puede evitar una cierta carga de adrenalina, ante la incertidumbre que plantean algunos interrogantes: ¿no tendré problemas mecánicos con el auto?; ¿no me vencerá el cansancio y me convertiré en uno más de los tantos protagonistas de accidentes típicos como el salirse a la banquina y volcar?; ¿encontraré lugares cómodos y de precio accesible para dormir durante el viaje?; ¿cuánta plata gastaré en combustible?.
Las respuestas se irán encontrando en el camino. Las infinitas rutas que trepan hacia el cielo (ver fotos) y los rincones que nos sorprenden con su belleza, aún en medio de las desoladas mesetas, se constituyen en el estímulo adecuado para la marcha.
La propuesta que nos hicimos mi mujer, Dalia, y yo, fue la de llegar desde Carmen de Patagones a Calafate, en dos etapas de viaje inicial. El primer tramo lo hicimos entre la ciudad más austral de la provincia de Buenos Aires y Caleta Olivia, al sur de Comodoro Rivadavia. Fueron 1.030 kilómetros de recorrido en algo más de 11 horas y media de viaje, con paradas para reaprovisionamiento de nafta de Sierra Grande, Garayalde (al sur de Trelew) y Comodoro Rivadavia, más las necesarias visitas al baño y la recarga de agua para el termo del mate. No hicimos almuerzo, para no demorarnos y, sobre todo, porque no es conveniente cargar el estómago en viajes largos y sí, en cambio, beber suficiente líquido. El gasto de nafta (la especial de YPF: Fangio XXI) fue de unos 165 pesos, pagando el precio promocional patagónico, por supuesto.
La primera noche dormimos en un residencial de Caleta Olivia, a razón de 140 pesos la habitación doble, para cenar el gasto fue de 40 pesos por cabeza. Precios razonables en esta ciudad petrolera, que rinde desmesurado homenaje al trabajador del sector (ver otra nota, después).
El tramo siguiente fue Caleta Olivia-Calafate, con detenciones en Comandante Piedra Buena (sobre ruta nacional 3) y La Esperanza (ya en la provincial santacruceña 5, que une Río Gallegos con Calafate). Avanzamos 980 kilómetros, entre las 7,45 y las 18,15, con una rutina similar a la del día anterior: parar para cargar nafta y descargar nuestros fluidos humanos, tomar mate y un breve sanguche. El consumo de combustble fue un poco mayor que el día anterior. En total, desde Carmen de Patagones a Calafate, todo por pavimento, el gasto de nafta fue de 359,40 pesos, con un auto Fiat Palio 1.8. (En artículos posteriores, ascendentes en el orden del blog, apreciaciones imprescindibles sobre el Glaciar y otros aspectos de Calafate).
Un solo comentario final, para este apunte, la mala planificación de la red vial de Santa Cruz nos obliga a quienes viajamos desde el norte a extender en más de 400 kilómetros el recorrido por ruta pavimentada. Si estuviera asfaltada la ruta 9, que arranca desde el parque nacional Monte León (al sur de Piedra Buena) esa cantidad de kilómetros serían ahorrados; pero en cambio, en la actualidad, hay que bajar hasta la altura de Río Gallegos y después remontar hacia el sudoeste, para poder acceder a Calafate.
Las respuestas se irán encontrando en el camino. Las infinitas rutas que trepan hacia el cielo (ver fotos) y los rincones que nos sorprenden con su belleza, aún en medio de las desoladas mesetas, se constituyen en el estímulo adecuado para la marcha.
La propuesta que nos hicimos mi mujer, Dalia, y yo, fue la de llegar desde Carmen de Patagones a Calafate, en dos etapas de viaje inicial. El primer tramo lo hicimos entre la ciudad más austral de la provincia de Buenos Aires y Caleta Olivia, al sur de Comodoro Rivadavia. Fueron 1.030 kilómetros de recorrido en algo más de 11 horas y media de viaje, con paradas para reaprovisionamiento de nafta de Sierra Grande, Garayalde (al sur de Trelew) y Comodoro Rivadavia, más las necesarias visitas al baño y la recarga de agua para el termo del mate. No hicimos almuerzo, para no demorarnos y, sobre todo, porque no es conveniente cargar el estómago en viajes largos y sí, en cambio, beber suficiente líquido. El gasto de nafta (la especial de YPF: Fangio XXI) fue de unos 165 pesos, pagando el precio promocional patagónico, por supuesto.
La primera noche dormimos en un residencial de Caleta Olivia, a razón de 140 pesos la habitación doble, para cenar el gasto fue de 40 pesos por cabeza. Precios razonables en esta ciudad petrolera, que rinde desmesurado homenaje al trabajador del sector (ver otra nota, después).
El tramo siguiente fue Caleta Olivia-Calafate, con detenciones en Comandante Piedra Buena (sobre ruta nacional 3) y La Esperanza (ya en la provincial santacruceña 5, que une Río Gallegos con Calafate). Avanzamos 980 kilómetros, entre las 7,45 y las 18,15, con una rutina similar a la del día anterior: parar para cargar nafta y descargar nuestros fluidos humanos, tomar mate y un breve sanguche. El consumo de combustble fue un poco mayor que el día anterior. En total, desde Carmen de Patagones a Calafate, todo por pavimento, el gasto de nafta fue de 359,40 pesos, con un auto Fiat Palio 1.8. (En artículos posteriores, ascendentes en el orden del blog, apreciaciones imprescindibles sobre el Glaciar y otros aspectos de Calafate).
Un solo comentario final, para este apunte, la mala planificación de la red vial de Santa Cruz nos obliga a quienes viajamos desde el norte a extender en más de 400 kilómetros el recorrido por ruta pavimentada. Si estuviera asfaltada la ruta 9, que arranca desde el parque nacional Monte León (al sur de Piedra Buena) esa cantidad de kilómetros serían ahorrados; pero en cambio, en la actualidad, hay que bajar hasta la altura de Río Gallegos y después remontar hacia el sudoeste, para poder acceder a Calafate.
lunes, 19 de enero de 2009
La intención es...
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